viernes, marzo 16, 2007

La narrativa, una asignatura pendiente

Siempre se me ha dicho que se me da bien escribir. Es un halago que me tomo como un cumplido. Pero, fácil no es desde luego escribir una novela. Para mi no es el hecho de estar delante del ordenador escribiendo sobre la idea más ingeniosa o absurda que se me venga a la cabeza. Son muchos los factores, muchas las combinaciones que se necesitan para que yo me tome en serio el hecho de escribir algo.

No quiero escribir por escribir, tampoco pecar de tener un argumento típico y ni que mis personajes sean tan planos que tengan el estereotipo de por ejemplo, los típicos personajes patrióticos y con esos valores que se pueden ver en cualquier película americana, los cuales son patéticos por cierto. Me exijo demasiado, creo.

Inspiración no me falta, pero me falta explotar. En cuanto el argumento no me gusta caer en situaciones cotidianas, en algo que ya se ha visto en algún sitio. Tampoco tengo esa facilidad de poder tener una trama la cual enganche al lector desde la primera a la última hoja y que estos quieran aún más. Es decir, no tengo esa facilidad para desarrollar una escena, ideas puedo tener, pero darle fuelle es lo que me queda. Puedo tener una idea en la cabeza sobre una escena interesante, pero… ¿Y luego qué?

En el tema de los personajes, normalmente si que me gusta reflejarme en las películas puesto que al estar ya desarrollados (en las buenas películas) puedo fijarme en algún matiz de su personalidad para poder crear un buen personaje. Un ejemplo puede ser el Agente Smith de Matrix, que en las dos últimas películas es de ese tipo de cabronazo, con ese aire de tener todo bajo control y poder hacer lo que se le antoje aún a sabiendas de saber cual es su destino. Si me tengo que inspirar en alguna serie de televisión (de las pocas que veo, puesto que lo único que hacen es atontarte) tomaría a Jack Bauer (protagonista de la serie 24) o al personaje que se ha hecho famoso, House (aunque de esta serie también tendría al inspector Tritter como otra fuente de inspiración).

En cuanto a féminas me sería más difícil puesto que está claro que no soy mujer, aunque siempre puedo pedir consejo. Me es más difícil puesto que no quiero caer en el error de tener que poner a la típica pasional (o calientapollas, perdón por la expresión pero me ha venido una de esas personas a la cabeza). Para eso, siempre tendré que pedir consejo, puesto que pensar como ellas o ponerme en la piel de una mujer sin que me llamen gay en el intento… Lo dicho.

Luego viene el tema de desarrollar cada uno de los personajes de la trama. Un pasado, un nombre y esas señas de identidad que le harán ser algo que se diferencie del resto. Es otro de mis puntos débiles, tampoco quiero caer en experiencias personales o en algo típico. Después (y lo último) sólo queda unir todo eso con una precisión y estilo, de eso hay que tener bastante ingenio.

En fin, que uno se exige demasiado, y al ser tan exigente y quererse salir de la tangente… Hace más difícil que a uno le salga algo que no decepcione a los futuros lectores (si es que me decidiera a publicarlo). Todo principio tiene un final.